Te odio.

Odio quererte.
Intento resucitar sin ti pero es imposible, mire al punto cardinal que mire apareces tú sin remedio.
Cada rincón de la ciudad me recuerda a ti, y cada uno de esos rincones guarda una pequeña historia construida por nosotros.
Recuerdo aquel primer día, que sería el último que cruzaría aquella calle sola, por así decirlo...
En aquel momento de aquella tarde ya tan lejana no era consciente de absolutamente nada de la preciosa historia de amor que iba a vivir contigo, yo caminaba tranquila por aquella silenciosa calle, en lo más profundo del corazón de la ciudad, ajena a tí, ajena a todo.
No sabía que cuando llegara al destino al que me dirigía, mi vida cambiaría radicalmente.
Era domingo, exactamente igual que hoy.
En aquella fecha se me haría increíble llegar a hablar mal de ti, pero es acojonante las circunstancias que es capaz de provocar el tiempo a su paso...
En aquella fecha quería estar contigo a toda costa porque era totalmente ajena a los insomnios que años más tarde me provocarías, era por así decirlo un amor inocente e incondicional.
Aquel día mi antigua vida terminó, y nací de nuevo a tu lado, a estas alturas más para mal que para bien, aunque no tenía ni idea de todo lo que pasaría para pensarlo así.
Tiempo después me di cuenta de que mi vida ya no era la misma, de que todo a mi alrededor había cambiado, vivía en una burbuja de la que no quería salir, perdía cosas que no podría pagar ni el mismísimo dinero, pero...estaba enamorada.
En realidad tú no tuviste la culpa de nada, no me obligaste a nada, fui yo quien se provocó lo que ahora tengo.
Ahora me pregunto, después de tanto vivido, tanto bueno como malo, cómo es que todavía sigues despertando en mí un sentimiento?